lunes, 14 de marzo de 2011

4000 Mensajes

Anoche visité mi viejo correo de Yahoo. Hace algunos años lo usaba como mi correo electrónico principal. En todos lados lo presentaba como mi buzón: las suscripciones, los negocios y el lugar ideal para recibir las fotografías de nenas en pelotas. La bandeja de entrada se convirtió en un cementerio a través de los años. Ayer que lo visité, tenía 4000 mensajes de spam en la bandeja de entrada. Suspiré resignado y con el prospecto de buscarme una tontería que hacer para evitar el trabajo, los pendientes, las presiones, comencé a limpiarlo. Era algo que había hecho antes… una o dos veces, entrar al viejo correo de yahoo para hacer el mantenimiento y la limpieza. Es como entrar a una casa abandonada donde solías vivir. Entras a mover los muebles pero no tienes el verdadero deseo de limpiarla bien y tampoco tienes el valor para venderla.

En el paseo a la casona vieja… llega el momento donde te distraes con las fotografías, los portarretratos, los añejos papeles que guardan un pedazo de tu historia. Dejé de limpiar para releer algunos momentos de mi pasado. Los amigos que tenía en aquel entonces y escribían para saludarme. Las respuestas que les daba a los amigos. (Esos amigos qué, cuando pasa el tiempo, parece que se han ido, parece que te han olvidado, pero sabes que luego volverán a tocar tu puerta. O tú irás a ellos. Habrá un café, unos cigarrillos, un fuerte abrazo y una larga plática de recuerdos tan empolvados como la casona vieja). Miré las fotografías de viejas amantes y me sonreí. Este proceso es uno de tantos recordatorios de la persona que fui y que se repite cada tres o cuatro años. ¿Acaso ha pasado tanto tiempo? Algunos correos están fechados con 2004, otros 2002, otros con 2005. Al menos empiezan con dos.

Todos esos pedazos que vamos dejando de nosotros en la red. Los correos electrónicos son aquellos qué están cerrados con llave y guardan lo más preciado, lo más bizarro y lo más íntimo. A veces me los imagino como un locker en el aeropuerto o en “la estación de trenes” (¡cómo en las películas! El personaje llega diez años después a abrir el casillero que esconde una maleta). Mi locker estaba lleno, no sólo de recuerdos, si no de la propaganda, los volantes, las cuentas, las tarjetas de servicios, la basura de los vecinos. Años atrás no hubiera permitido que llegara a tanto porque pues… era como una casa. ¿Entienden? ¿No es una de las compulsiones modernas y, por cierto, muy discretas? Arreglar el correo para que cada cosa esté en su lugar, su carpeta o su etiqueta, el spam va en la carpeta de spam y lo que es basura, va en la basura. Las horas se consumen embelleciendo un correo electrónico.

¿Qué tal con Google, qué su correo asemeja esa enfermedad psíquica tan notable de los acumuladores? Ya no borras ningún correo… no señor, “lo archivas”. A veces me parece terrorífico usar la búsqueda porque no sé que me va a pasar. Cruzo los dedos y doy click suavecito porque no vaya a pasar que se me caigan las las columnas de correos electrónicos encima. Los correos electrónicos asemejan a nuestra habitación de adolescentes (¿recuerdas tu puto desmadre?), son cajas de zapatos con fotografías y son hojas que arrancamos del diario y escondemos (porque, seamos honestos, cuando escribimos un diario sabemos el peligro que se corre de que, eventualmente, lo lean. ¿No por eso lo hacemos? Escribimos con esperanzas de que los involucrados se encuentren en nuestras palabras. Que nuestro amor sepa cuanto lo amamos, que nuestros padres reconozcan cuanto los aborrecemos).

Pasé un par de horas seleccionando todos los correos basura. Eran 4000, en la ventana miraba de 200 en 200 correos, seleccionaba todos y luego los mandaba al “Spam Guard” (la tecnología de Yahoo! qué te protege y te cuida). Cada montón que mandaba a la bandeja de reciclaje, Spam Guard me daba las gracias y me prometía que mi trabajo había servido para mejorar su desempeño. Yo simplemente no podía creerlo. No podía creer que fuera lo suficientemente intuitivo para detectar que soy mexicano y que estoy recibiendo una parvada de correos árabes compuestos de imágenes de drogas y más correos árabes con mujeres caderonas y arias, en busca de complacerme. Todavía falta para que la computadora me lea los pensamientos. Cuando bajé la cantidad de los correos basura a 1300, lo dejé por el día y me fui a dormir. Pensando, mejor, en aquellos documentos del pasado con los que me distraje durante la limpieza. Esas firmas, esas palabras, esas fotografías, ese amor olvidado.

Esta mañana, decidido a limpiar esa casa que fue mía, continúe el trabajo. Descubrí que todo ese spam, de alguna forma, había sido mi error. Muy inteligente Yahoo, muy inteligente. Investigué que mi correo estaba autorizado, según mi perfil de yahoo, para pertenecer a cualquier grupo. Conclusión: Algún spammer metió el correo de yahoo en una lista de grupos árabes, iraníes, afganos, entre otros y como mi correo tenía autorización de pertenecer a cualquier grupo de yahoo, pues así son las cosas. Un año completo se convirtió en cuatro mil correos basura. (Barría, y barría, y no dejaba de juntar bolsitas) ¿Ya ven? Esos pedazos nuestros que permanecen en internet y qué, como una casa, parecen necesitar mantenimiento.

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