viernes, 18 de febrero de 2011

Vivir de noche.

Como aquí no existe el tiempo, mi cuerpo reacciona más normal que lo acostumbrado. Normal: dígase a vivir de noche, leer de noche, escribir de noche, mirar fotografías y películas de noche, escuchar a los vecinos que viven de noche como yo (que son pocos, uno, dos, en quién sabe qué casa) y comer de noche. En las tardes trabajo y desayuno. No es saludable, no se lo recomendaría a nadie. Me estoy pasando la comida más importante para el ser humano. Como frutas, exagero en las verduras que sí me gustan, tomo algo de jugo, como bien, porque como alguna vez dije… prefiero comer bien antes que coger. Es una de mis reglas secretas para la vida. Prioridad a la comida, luego te ocupas de las piruetas coquetas. Lo entenderán si alguna vez tienen hambre.

La coca cola y los cigarrillos me mantienian despierto. Vivir de noche es mi niñez otra vez, mirando los infomerciales y las telenovelas a un lado de mi madre, o bien, la compañía de una abuela silenciosa que me observaba mientras escribía, trataba de ver porno o buscaba un servidor decente para jugar Warcraft Brood Wars. Nunca entenderé por qué lo hacía. No tuvimos ninguna conversación real en esas noches. Algunas ocasiones, le contaba cosas, le contaba mi vida, le contaba lo que había leído y ella respondía con la brevedad acostumbrada. No cambiaba su expresión. Había noches en qué no pronunciábamos ni una sola palabra. Su vigilancia nocturna será un misterio, a no ser que acepte una posibilidad simple y es qué le gustaba verme, le gustaba que le contara cosas, le gustaba la compañía silenciosa. Supongo que es otra de esas reglas secretas del vivir que comprenderé con los años.

Vivir de noche es revivir mi adolescencia y mi entrada al mundo de los adultos, en aquel trabajo que exigía mi atención y mis ojos abiertos. Recuerdo las caminatas nocturnas en la Narvarte, en búsqueda de otro café de Nescafé (y bueno, muchas veces me regañan diciéndome que eso no es café, pero no es verdad. Ya tengo el sabor bien recordado en el sistema como café en una de sus variantes) y las otras caminatas largas, en la búsqueda por un lugar para cenar. Los tacos de la Maren, los tacos de la glorieta de Vértiz, los tacos del metro Etiopía, los sandwiches de un K o los tacos de bistec-tocino-queso en la esquina de Petén y Xochicalco. Vivir de noche son las caminatas con los amigos, los compañeros y los hermanos. De noche es la vulnerabilidad de los secretos, la resistencia contra el mundo y sus modos, el silencio bien recibido después de un día en qué la ciudad hizo todo para acabar contigo.

En Cholula donde no existe el tiempo, caminar de noche (y madrugada, ¿no es lo mismo?) es extraño, inusualmente silencioso. Algunas veces pasan las camionetas policiales, con sus sirenas que aúllan y rompen la pasividad nocturna. Otras veces, puedo escuchar el tren que todavía no he descubierto, pero ya sé más o menos por dónde pasa. Para llegar a la tienda a comprar un café que no es café, y a la vez, es el más delicioso del mundo (porque el recuerdo lo hace todo delicioso), debo pasar un terreno baldío con el pasto descuidado durante meses y un caminito formado por otros hombres que han tenido que cruzarlo. Puedo escuchar a las ratas, los grillos y quién sabe que otra fauna escondida. No dudo que haya algunos escorpiones y serpientes, de los inofensivos, pero aún así suficientes para espantar al chilanguito. Los vigilantes, de ciertos fraccionamientos, duermen sentados sin temor del ruido que hace el viento tocando las hojas de la mala hierba y el pasto crecido; cuando me escuchan levantan la mano y yo les doy las buenas noches. Me siento una especie de transgresor caminando Cholula de noche.

Será que no hay ventanas con luz en las casas. Uno de mis pasatiempos, era contar ventanas cuya luz estaba prendida y así, misteriosamente, no me sentía tan solo en el modus vivendi. En Cholula, las luces empiezan a encenderse a las cuatro y media de la mañana, cinco, puros madrugadores, y no me puedo relacionar con ellos. Pero ah… cuando encuentras una luz prendida a las dos o tres, sabes que están pensando, están cenando, están escribiendo o viendo porno, están viendo la televisión con alguien, están luchando contra la ciudad y sus demonios, están buscando algo… como tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario